martes, 21 de abril de 2020

La ley de la abuela

Principio de Premack o Ley de la abuela


                Nuestras abuelas, que sabían mucho de la vida, solían decir: “Primero la obligación y después la devoción”. Es decir, sabían muy bien que antes hay que hacer las tareas que las circunstancias de la vida nos obligan a hacer, a pesar de que en muchas ocasiones no nos gusten o nos cueste hacerlas, y después las que nos resultan más atractivas y, por tanto, más placenteras. De ahí que las abuelas siempre decían -y siguen diciendo- a sus hijos y a sus nietos: “Hasta que no acabes de merendar o de hacer las tareas de la escuela, no sales a la calle a jugar”. Este principio tan sencillo y tan eficaz es el que debemos aplicar normalmente en nuestras actividades cotidianas para incrementar ciertas conductas en los niños, pero es especialmente interesante en estos días de confinamiento.

            Esta Ley de la abuela o, como se dice en psicología, el principio de Premack se podría definir así: Una conducta que nos gusta mucho realizar podría servirnos como premio para aumentar otra conducta que nos cuesta más hacer. Lo veremos con un ejemplo muy claro. A todos los niños les gusta jugar y no les gusta tanto hacer los deberes del cole. (Igual que a los adultos, en general, nos gusta más disfrutar de nuestras aficiones que ir a trabajar). Entonces, si proponemos al niño que jugará después de haber terminado las tareas, estaremos potenciando la oportunidad de que haga primero los deberes para poder luego conseguir el premio de jugar. Además esto contribuirá a que rinda más en las actividades escolares.
             
Primero la "obligación"...

...y después la "devoción"


¿Cómo podemos utilizar la ley de la abuela durante el confinamiento?
Sería bueno hacer un horario, si es posible negociado y consensuado con los niños pero siempre teniendo en cuenta estos criterios, en el que las primeras actividades del día sean las de “obligación” (las que normalmente más cuesta hacer, como las tareas escolares) y luego las de “devoción” (las que más nos gustan, como jugar, ver la tele, etc.). Lo ideal sería empezar el día haciendo las tareas que más les cueste. Así, la mañana, igual que ocurre cuando hay clase, se debe dedicar a hacer las tareas que estos días mandan los profes, y por la tarde a actividades de ocio y más lúdicas. Además, por la mañana, igual que cuando vamos al cole, debe haber también un período de descanso o para hacer otras actividades que pueden aliviar el trabajo más intelectual y que les resulten más atractivas (hacer ejercicio, bailar, cantar, pintar, dibujar, etc.).
            Con esta estrategia utilizamos el reforzamiento positivo, que es lo que más necesitan nuestros niños durante estos días. Si además nos ayudan a organizar mejor el tiempo de confinamiento, vale la pena probarlo.

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