Principio
de Premack o Ley de la abuela
Nuestras abuelas, que sabían mucho de la
vida, solían decir: “Primero la obligación y después la devoción”. Es decir,
sabían muy bien que antes hay que hacer las tareas que las circunstancias de la
vida nos obligan a hacer, a pesar de que en muchas ocasiones no nos gusten o
nos cueste hacerlas, y después las que nos resultan más atractivas y, por
tanto, más placenteras. De ahí que las abuelas siempre decían -y siguen
diciendo- a sus hijos y a sus nietos: “Hasta que no acabes de merendar o de
hacer las tareas de la escuela, no sales a la calle a jugar”. Este principio
tan sencillo y tan eficaz es el que debemos aplicar normalmente en nuestras
actividades cotidianas para incrementar ciertas conductas en los niños, pero es
especialmente interesante en estos días de confinamiento.
Esta
Ley de la abuela o, como se dice en psicología, el principio de Premack se
podría definir así: Una conducta que nos gusta mucho realizar podría servirnos
como premio para aumentar otra conducta que nos cuesta más hacer. Lo veremos
con un ejemplo muy claro. A todos los niños les gusta jugar y no les gusta
tanto hacer los deberes del cole. (Igual que a los adultos, en general, nos
gusta más disfrutar de nuestras aficiones que ir a trabajar). Entonces, si
proponemos al niño que jugará después de haber terminado las tareas, estaremos
potenciando la oportunidad de que haga primero los deberes para poder luego
conseguir el premio de jugar. Además esto contribuirá a que rinda más en las
actividades escolares.
Primero la "obligación"... |
...y después la "devoción" |
¿Cómo podemos utilizar la ley de la abuela
durante el confinamiento?
Sería bueno hacer un horario, si es posible
negociado y consensuado con los niños pero siempre teniendo en cuenta estos
criterios, en el que las primeras actividades del día sean las de “obligación”
(las que normalmente más cuesta hacer, como las tareas escolares) y luego las
de “devoción” (las que más nos gustan, como jugar, ver la tele, etc.). Lo ideal
sería empezar el día haciendo las tareas que más les cueste. Así, la mañana,
igual que ocurre cuando hay clase, se debe dedicar a hacer las tareas que estos
días mandan los profes, y por la tarde a actividades de ocio y más lúdicas.
Además, por la mañana, igual que cuando vamos al cole, debe haber también un
período de descanso o para hacer otras actividades que pueden aliviar el
trabajo más intelectual y que les resulten más atractivas (hacer ejercicio,
bailar, cantar, pintar, dibujar, etc.).
Con
esta estrategia utilizamos el reforzamiento positivo, que es lo que más
necesitan nuestros niños durante estos días. Si además nos ayudan a organizar
mejor el tiempo de confinamiento, vale la pena probarlo.
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